miércoles, 13 de enero de 2010

¿A quién admiras?

Tengo mucho cansancio físico, mi cerebro está constantemente mandandole a mis ojos que se cierran de una vez pero sabes?, no quise abandonarme en la seducción de mi cama (bueno, aunque esté vacía y nadie me espera en ella me seduce) sin antes compartir lo que me pasó hoy.
Antes de encadenar letras, palabras y frases quiero hacerte de una forma muy individual y personal la siguiente pregunta: ¿Tu a quien admiras?
Bueno, seguramente las respuestas varían y eso es perfecto, cada uno de nosotros tenemos ídolos, y al decir ídolos no me refiero solo a esos que se paran en un escenario y nos entretienen con sus canciones, su danza o sus hitos deportivos…
Me refiero a esas personas que en realidad admiramos por su perseverancia, sacrificio, sus valores hacia el prójimo, hacia la vida cada dia de su vida...
Esta mañana volvía a mi casa después de haber culminado los 60 kilometros que separan mi casa de A Coruña, estaba muy cansado, ya que me sacaron mis muelas de juicio y estoy un poco mal, porque mi estomago no soporta muy bien los antibioticos, y lo que quería era tumbarme y olvidar mi existencia por un par de horas... Pos eso, entrando en mi pueblo, y parando en el semaforo me dí cuenta que en la acera de enfrente iba una persona, con un paso no lento, lentisimo, poniendo un pie delante del otro, como si el paso del tiempo, las prisas no iban con ella, no encajaban en su mundo. Cojeaba de suya que acababa de hacer la compra. En la otra mano llevaba su bastón, al que agarraba con toda su fuerza, formando con su mano un puño fuerte que dejaba los nudillos blancos por la presión que ejercía esa mano fuerte pero firme sobre el bastón.
Al ponerse el semaforo de los peatones en verde, asa abuelita empezaba a cruzar la calle, pero enfín, como si Murphy se empeñaba en hacer cumplir su ley hasta con los más débiles: la fuerza ejercida por el puño sobre el bastón no fue lo suficiente para aguantar ese pequeño paso hacia abajo que suponía bajar a la carretera para cruzar, ocurriendo que la abuela se pegó un ostión, cayendose de culo, desparramando toda su compra por el suelo y repartiendose por la carretera.
Justo ahi fue cuando el semaforo de los coches se puso en verde y los coches continuaron su camino, haciendo un arco por donde estaba la abuela pero pasando todos por encima de los plátanos que dos segundos antes aún estaban en la bolsa de la compra. No sé por qué, pero apagué el coche, salí del mismo - no sin provocar un concierto de pitidos de los que estaban detrás mía (refiriendose alguno a mi madre con la profesión más antigua del mundo)- y ,me acerqué a ella, recogiendo de paso la compra que estaba por media carretera, esquivando al mismo tiempo a los coches que adelantaban al mio o venían del otro lado – pero yo continuaba, un brik de leche aquí, la pasta de dientes, y anda, usaba el mismo champú que mi madre. Me acerqué a ella para levantarla, pero rechazó mi ayuda, preguntandole yo si estaba bien, pero ella, despacito se puso en pié cogió sus cosas de mi mano y las metió en la bolsa:
-“ Cada día é mais dificil” dijo, mirandome con sus ojos viejos, pero emananando una paz interior que me daba envidia, sobre todo después de lo ocurrido un par de segundos antes.
Cuando la ayudé a cruzar la calle, mas bien la acompañé (por que no me permitió cogerla por el hombro), me dijo, ”graciñas rapaz, aquí poñome a esperar o Castromil (el bus) que me leva a casa” le pregunté donde vivía y me contestó que cerca de mi casa, le ofrecí llevarla, al principio no quería aceptar,pero como el bus aún iba a tardar y ella quería esperar a sus nietos con la comida hecha aceptó.
De camino a su a su íbamos charlando, me contó que desde niña padece de ataques epilépticos entre otras cosas que le han impedido desarrollar una vida normal, al ser hija de soltera lo había pasado doblemente mal porque la gente hablaba a su paso y, como si no fuera suficiente,.su marido fue fusilado por repúblicano, quedando ella sola con dos niñas y embarazada del tercero.
El día a día es muy difícil para esta persona, pero se levanta todas las mañanas porque sabe que a pesar de las adversidades que la enfrentarán en la calle también se enfrentará con el éxito y la satisfacción de haber recorrido por lo menos un kilómetro, por lo que este significa “un kilómetro mas de vida a su vida”.
Al despedirme de ella, me dijo lo usual “que deus te bendiga” y si os confieso algo, estoy acostumbrado a esa frase, día y noche me la repiten pero sabes algo? Esa frase este día me llenó. Me llenó en todos los aspectos, te voy a decir por que…
Cuantos de nosotros muchas veces nos levantamos solo porque tenemos que enfrentarnos retos en nuestros trabajos, estudios, porque tenemos que hacerlo, porque tenemos que cumplir con nuestras “responsabilidades” ,que implica nuestra vida cotidiana? Lo hacemos incluso en ocasiones renegando y diciendo“, joder, otra vez Lunes,” o incluso nos enfadamos porque en ocasiones no podemos hacer esto o lo otro por falta de tiempo o quizá porque esto, porque lo otro...
Hay millones de personas dignas de admiración, porque a diario luchan con sus propios cuerpos que lejos de ser una ayuda son (y perdón por la expresión) una carga para ellos, pero un aliciente, un reto para su alma, y seguro si das un paseo por tu pueblo verás que estas personas están más cerca de tí de lo que creías.
Millones de personas que aún sin poder bajar un pie de la cama para vestirse, para caminar a sus lugares de trabajo, hacer solos sus necesidades intimas, son personas que tienen una fuerza interior increíble, que sacan a diario la garra, la fuerza y el potencial, con un par de huevos, para luchar con (o contra) la misma vida, personas que el simple hecho de ponerse un calcetín o subirse el pantalón, causa gran dolor a su cuerpo pero que al lograrlo, sonríen aún a pesar del dolor porque se dan cuenta de el dulce sabor del éxito que te deja el haber logrado algo que prácticamente creías imposible.
Algunos ni siquiera pueden, porque no tienen movimiento alguno en su cuerpo. Estas personas las cuales llamamos minuvalidos o tetrapléjicos deberíamos llamarlas “poderplégicos”.

Es curioso no? Como son precisamente esas personas las que tienen el derecho a rendirse son las que mas felices son, las que mas sonrisas muestran, y tu, yo, y el que me sigue, que estamos físicamente aptos para desempeñar cualquier actividad y enfrentar cualquier reto, muchas veces nos escondemos tras el temor, la amargura o la apatía, solo por nombrar algunas cosas, que nos impiden ver la vida con optimismo y levantarnos diariamente desde abajo si es necesario para darle enfrentarnos a la vida y luchar para que esta no nos haga pedazos.
La próxima vez que veas a una persona con discapacidades físicas, o mentales, lejos de sentir lástima, ten respeto y admiración, porque son estas personas las que verdaderamente luchan a capa y espada diariamente con la vida, muchas veces solo para lograr algo tan sencillo como levantarse de su cama y dar unos pasos de vida extra a su vida…
Son estas las que verdaderamente entienden que “las limitaciones físicas, no son impedimentos para que vuele tu alma”
¿Y tu, a quien verdaderamente admiras?

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