jueves, 3 de abril de 2008

Amor de madre....

Después de leer el blog de Manolo, cosa que hago todas las mañanas tras escuchar las noticias para volver a agregarme y comenzar el dia con más humor me acordé de mi infancia allá por los 80...
Es que soy de la generación del 79..., somos como la del 69, pero a nosotros nos engendraron en la postura del misionero.., y en mi caso en un escarabajo de color butano ya que era el que conducía mi padre..., cosa por la que soy tan bajo. A mi colega Isma lo hicieron en el remolque de un tractor...
Mi infancia pues eso, fue como todas las infancias de aquella epoca... Te portabas bien, no pasaba nada..., te portabas mal, te caían dos hostias: una por haberte portado mal y otra para que no lo vuelvas a hacer. Había poca Educación para la Ciudadanía en esos tiempos, solo educación pura y dura.
No como hoy, que si le pones la mano encima a tu hijo, ese te denuncia por maltrato, viene con su propio bufete de abogados se hace son su (o sea, Tú!) herencia y de paso cambian la legislación correspondiente sin no antes exigir la dimisión de los ministros de justicia y educación de turno por la creciente violencia en nuestra sociedad.
En cuanto a mi educación..., pues cabe destacar que era simple: mis padres decían y yo obedecía: sistema monarquico absoltutista, como el Papa, lo que decían Papa y Mama iba a misa..
Si incumplía alguna de sus normas, leyes o mandamientos pues dependía de quien estuviera en casa. Mi padre me solía azotar con el latigo de su indiferencia, pero mi madre..., se líaba a hostias conmigo, bueno no se líaba, solo repartía y se servía de cualquier utensilio que tuviera a mano. De los que más me recuerdo son las cucharas de madera y los mandos de la escoba. Joer, como dolían... Lo bueno que tenían las cucharas de madera era que se rompían gracias a la dureza de los golpes de mi madre y tambien a las muescas que les hacía con nocturnidad y alevosía con el serrucho, para que solo durasen dos o tres golpes.
Mi culo aguantó hostias de todo tipo: cucharas de madera, mangos de escoba y fregona, pantuflas, cepillos del pelo... de todo... lo que me produjo hoy una especie de rechazo a todos estos productos: no cocino, no me peino, no suelo barrer mi habitación (hasta que me amenaza mi madre con coger ella la escoba) y ando descalzo por casa...
Durante toda mi infancia pues tuve una especie de rechazo contra mi madre por las hostias que me daba y el consiguiente cariño hacia mi padre: comía a su lado, caminaba a su lado, etc. intentaba alejarme lo máximo posible. de mi madre.
Pues antes de mi Primera Comunión, pues que me tuve que ir confesar a mi cura..., y va el y me cuenta la historia de Jesus (el Cristo), de que el José su "padre" (jejejejeje pringao) tuvo que ir con la Virgen Maria (sin comentarios) de casa en casa el dia de Navidad de hace 2009 años de casa en casa pedir una habitación para después dar luz en una cuadra... bueno, me contó toda la historia del niño ese (esperando yo que me contase donde habían quedado el oro, el incienso y la mirra... porque se me parece muy raro que a unos pobres que no tienen nada les regalen oro y ese después desaparezca) y al llegar a la parte en la que el niño Jesus se larga para ir a una sinagoga a discutir con unos rabbinos (lo que hoy sería ir al bar de la esquina a jugar la partida con los viejos o ver el partido) y por encima le dice después a san José: "Tranquilo, que estuve en casa de mi padre" interrumpo yo al señor cura preguntándole si en aquella época ya había escobas o fregonas (cosas que creo yo que se inventaron justo después de la mujer) por las hostias que debería haber llevado..., porque para no llevarlas: Te vas de casa, al bar de la esquina y al volver le dices a tu padrasto, harto de criarte sin saber de quién eres hijo, que se quede tranquilo que estuviste en casa de tu padre..., como no darte un par de hostias.
Al preguntarme el cura el por qué de las hostias, le digo yo, joer, yo tengo llevado muchas hostias por menos y el me dice que mi madre cuando me pega es porque me quiere, y cuando me pega a ella le duele mucho más que a mí.
Joer, pensé, pues llorar no llora ni la mitad que yo, no llorra nada. Un par de dias mas tarde y no sé a raiz de qué, pues eso, me cayeron otro par de hostias, y al no tener ni mango de escoba ni cuchara de madera, pues eso, que me dió con la mano... y yo llorando como un crio que era, por lo que me dolía a mi y por lo mucho que le debía doler a mi madre...
Una vez finalizado, y preocupando de como le debía doler la mano, le llevé una crema para las manos y una bolsa con hielo para que no le duele tanto a ella la mano como a mi el culo. Y cuál fue la respuesta, de mi madre? Una hostia en toda la cara, por chulo, dijo...
Ese día me dí cuenta aparte de que madre no hay más que una, a las mujeres no las entiende ni Dios!

1 comentario:

m4n010 dijo...

Esta lectura me ha hecho pensar en algo que mira tú, cansado de escuchar la historia y nunca me había parado a pensar, y es: ¿qué coño ha sido del oro que los reyes llevaron a Jesús?...
Creo que va siendo hora de que el Vaticano de una explicación al respecto.

Del 75 para atrás, somos las generaciones de los culos calientes.

Ah... y gracias por la parte que me toca.

Te pongo un enlace.
Nos vemos