Bueno… Que el señor Gallardón no es persona muy grata en su partido lo sabe hasta la madre que lo parió, pero mas gracia me hace una noticia que he leído hoy por la mañana en la que se le da a los madrileños a enviar a sus inspectores de consumo por los sex shops de la capital…
Y digo yo…, qué hace un inspector de consumo en un sex shop? Cómo inspecciona un vibrador de ocho velocidades y tres cabezas?
No, nunca los ví, ni sabía que existían, lo dice la noticia en el País de hoy.
Permitiéndome aquí un inciso, los hombres ya nos hemos acomplejado con la discusión de la importancia (o no) del tamaño del pene (¿se puede decir pene a las once de la mañana), ahora que sé de las mujeres se compran ese tipo de vibradores (porque, según el vendedor, pene no es igual a pene), ya que como se aprende en primero de Empresariales, la oferta nace si hay demanda, ahora que las mujeres optan por tales artilugios, eso significa que los hombres de verdad, aunque dichos instrumentos muestren más hombría que nosotros, quedamos relegando a un segundo plano? O peor, al tercero!!
Uno es joven y deportista aficionado y sabe que lo de las ocho velocidades se puede entrenar en el gimnasio…, incluso nueve o diez velocidades, pero lo de las tres cabezas es ya otro cantar… joer…, y lo de las luces no te digo!!
También me hace gracia el hecho que un funcionario había confiscado una fusta con un pene de 25 centimetros acoplado en la punta, porque, según la autoridad competente, se podría hacer daño a alguien con dicho artilugio, pero lo que no dijeron si se referían a la fusta o los 25 centimetros del acoplamiento y si los daños eran físicos o psicológicos, porque las comparaciones son odiosas…, y si aún no tenemos superado lo del tamaño lo de meterse en luchar contra ocho velocidades y tres cabezas ya es muy atrevido…, y, todo hay que decirlo, una lucha desigual que los hombres estamos condenados a perder...
Pero digo yo, realmente estamos perdidos?
Yo digo que no, porque por mucha maquina que inventen, ocho velocidades, versión tuning del color del coche de Fernando Alonso, cabezales para parar un tren, incluso que suenen el Torito Bravo o el Chiqui Chiqui, a mi me la suda…
Porque ninguna maquina puede sustituir el suave tacto de unos labios, de una lengua que se abre paso entre dos labios para explorar el interior de una boca contrayéndose al rozar la punta de la lengua de la otra persona y que recorre un cuerpo que se va estremeciendo por su tacto y roce suave, el vaivén de dos cuerpos entrelazados moviéndose al mismo compás, dos pares de ojos que se tienen fijados en sus puntos de mira sin poder apartar la mirada, hasta se queden en blanco y se cierren al sentir esa descarga eléctrica que sobra nombrar aquí…
Yo me quedo tranquilo, a pesar de no tener veinticinco centímetros, ocho velocidades distintas o tres cabezales…., ya sé, pene no es igual a pene, pero tampoco es igual un orgasmo que otro….
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