Muchos somos los que entramos en esa espiral incongruente de. tras un largo dia de trabajo, con el consiguiente cansancio acumulado (y acumulada) nos torturamos aún más autorizando a una mujer atractiva en sus mejores años a retirarnos cada tercer dia de mes una cuota para permitirnos a que hagamos en sus instalaciones uso de los artilugios de hierro desplazándolos en todos los sentidos y direcciones desde posturas cada vez más sofisticadas.
Sí, estoy hablando del gimnasio..., de mi gimnasio, al que acudo cada segundo dia a las 17:00 para primero tomar un café con leche en el bar de enfrente..., café no muy bueno por cierto, pero cuya falta de sabor y calildad se ve compensada por el atractivo de la camarera que lo prepara. Tampoco vamos a pedir mucho por los 90 centimos que nos cobra...
Bueno, después del café pues subimos mi compañero de entrenamiento y yo al gimnasio y nos ponemos a entrenar...
Lo que más me hace pensar es la evolución del concepto de gimnasio. Mientras que antes en los gimnasios abundaban sobre todo hombres empapados de sudor que levantaban cargas pesadas y gritaban con cada esfuerzo, ahora no, ahora hay gimnasios para mujeres y hombres, y cada vez hay más actividades.
Antes que había? Pues lo de siempre, unas cuantas barras, unas cuantas pesas, un saco de boxeo y nada más. Si querías correr, pues ibas a fuera o venías desde casa.
Ahora ya son de lo más chic: en el mio, no muy grande ni muy pequeño (el gimnasio, digo), pues, aparte de las barras y pesas tienes dos cintas para correr, o sea, que en vez de correr fuera o venir corriendo, corres en una cinta que se desplaza a velocidad variable pero sin que te muevas tu de sitio. Después tenemos unas cuantas bicicletas estáticas, que funcionan a semejanza de la cinta..., pedaleas, pero no te mueves del sitio. Tres mutaciones de actividades completan la maquinaria rara: un step (del inglés: paso..., que subes escalones sin moverte) y una elíptica (esqui de fondo sin nieve, ni frio ni desplazamiento)...
No, esto no lo es todo. Como si no llegase, pues tenemos aún la sala de aerobic en la que eso, una sala en la que, como si no llegasen las maquinas citadas anteriormente, pues eso, te hacen sudar de formas muy distintas -ninguna de ellas sexual- moviendote según coreografías determinadas en grupo... con o sin ayuda... teniendo aqui ciclo indoor (como dice el nombre, ciclismo a puertas adentro), aerobic, body pump etc etc.
Es destacable el hecho de que la mayoria de los abonados a este centro de sufrimiento para mayores de 16 años venimos en coche, para practcar actividades que podríamos hacer en casa con una bumbona de butano, una caja de cervezas, correr alrededor de la casa o subir las escaleras... o por lo menos dejar el coche en casa e ir andando al gimnasio...., pero debe ser que ya que pagamos por hacer deporte, valgame Dios hacerlo sin pagar por ello...
Bueno, yo paso casi mayor parte de mi hora de tortuta autoinflingida en la sala de pesas prácticando una actividad que puede aprender incluso el chimpancé más negado: me siento en la maquina determinada, escocjo el peso, hago mis movimientos con las cargas y, una vez alcanzado el numero de repeticiones, pues me levanto de la maquina doy un minipaseo por el gimnasio (desplazándome de verdad) me miro en los espejos que ocupan toda la pared, como si ya notase el crecimeiento de mis musculos me siento otra vez en la maquina y sigo, hasta que cumpla con mis repeticiones y series.
Es de resaltar el comportamiento del hombre masculino, muy masculino, o sea, el hombre macho en este su habitat. El comportamiento es idéntico al que tiene cando está orinando al lado de otro: escha un vistazo y compara. Pues en el gimnasio hace igual incluso casi pero que dos amigas mujeres:
-"Viste ese? Joer, entrena menos que yo y tiene más musculo. Seguro que se mete algo..".
Pero de alguna forma lo admira, siendo el cotiileo barrato una forma más de escisarse de no seguir un régimen o programa de entrenamiento con más disciplina.
Destacable es el paralelismo al con el mundo natural. Si, tambien en los gimnasios los hombres buscamos impresionar a las mujeres..., por lo que casi todo el mundo cuando una mujer entra en la sala de pesas, los hombres colocamos más peso de lo que realmente somos capaces de levantar para intentar mover ese amasijo de hierros sin bhacer ninguna mueca que delate nuestro esfuerzo, para una vez que la presa deja la sala de pesas soplar, respirar para volver a coger aire.
Bueno, esto es lo que practicamos miles y miles de hombres en los gimnasios todos los dias...
Una vez finalizado..., pues tomo la ducha pertinente y consiguiente y me voy a casa.
1 comentario:
Querido compañero de pesas... ¿cómo no me ha dicho usted que tiene un blog?... ¡Por Dios, hombre, por Dios!...
De hoy mismo no pasa que le ponga en el mio un enlace a los suyos, salvo que usted no lo quiera.
Ahora estoy en el curro, pero en casa me tomaré el tiempo necesario para leérselos. Faltaría más.
Manolo
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