lunes, 15 de marzo de 2010
Pensamientos sexuales, qué no impuros.
sábado, 13 de marzo de 2010
Anecdotario Erasmusiano (2ª parte): Estereotipando a todo dios...
Si en la primera parte hablé del choque cultural relativo (digo relativo porque uno ya sabe más o menos lo que le espera) que supuso para nosotros el cambio de nuestros países a Alemania, para esta segunda parte me he reservado las diferencias interculturales que pude observar entre los que compartimos nuestro día a día, porque a pesar de vivir cada uno en su respectiva habitación, a la hora de la comida coincidíamos todos en una de las tres cocinas comunitarias que tenía el edificio y era interesante ver los distintos platos y las distintas formas de cocinar que tenía cada uno.
Cabe destacar que los estereotipos que conocía de cada país se cumplían en mayor o menor medida, pero también que en todo el año no había ninguna discusión, pelea o malentendido entre ninguno de nosotros conviviendo personas de 25 países y seis religiones distintas.
Todo un logro, no?
Lo que más me llamo la atención fe el gran parecido en la forma de ver las cosas entre nosotros (los gallegos) y los italianos, y en especial con los de Nápoles. Guardiola lo llamaría feeling especial. Y eso que uno de los napolitanos tenía un concepto más elástico de la propiedad que los demás, porque cada plato, vaso, olla, sartén o botella de aceite de oliva (en Alemania a 8 € el litro) que desaparecía de la zona común volvería a aparecer en su habitación.
Esta elasticidad de lo que el entiende por propiedad se veía reforzada por el hecho de que cuando él cocinaba lo hacía para todo el mundo que quería compartir la comida con él, es decir, podía ser que comíamos tres, cuatro u ocho personas juntos, lo que nos dio pronto un horario muy parecido al de las comidas familiares en casa (con la particularidad que mi madre italiana tenía barba de seis días y masticaba con la boca abierta) forjando así una amistad mas que especial.
Es decir, comíamos después del primer mes en grupos de diez o doce.
Vale, eso tenía como punto positivo de mi estancia erasmusiana que yo solo cociné la primera semana, porque en la segunda ya me admitieron en la famiglia napolitana con el único inconveniente de que el cocinero era vegetariano… Pero, a caballo regalado….
Otra persona que me pareció interesante fue nuestro irlandés. Colín. Por qué? Pues por curiosidad antropomórfica. Ya sé que Irlanda estuvo puteada durante varios siglos por los británicos / Ingleses y que el ser humano es un ser capaz de adaptarse a todas las adversidades posibles.
Yo me refiero a que Colin era una persona que apenas llega a 1.60, pero a la hora ir tomar algo a un pub (evidentemente, pub irlandés; en Düsseldorf había seis, y el los visitaba todos en la misma noche) pues vaciaba la pinta de Guiness con dos tragos y aparte de beberse unas cuantas, pues no sé donde coj**** las metía, porque mientras que yo tenía que ir al baño entre Guiness y Guiness, el, aparte de tragarse algunas más no iba al baño en toda a noche.
Otro aspecto que me hizo gracia fue su fuerte nacionalismo. Es decir, era irlandés y estaba muy muy orgulloso de serlo, a lo mejor me parece interesante este aspecto suyo porque yo veo eso de la pertenencia a una nación o estado como algo casual al haber nacido en Galicia, haber sido exportado a Alemania hasta los 18 y después haber sido reimportado otra vez a Galicia, formando un cacao mental que me hace dudar de que si soy alemán, gallego o español, bueno, a lo que iba. Colin, cada dos por tres te soltaba el rollo que el era de Dublin y que Irlanda se dividía en unas cuantas provincias de las que el Ulster era una de ellas y que solo los counties protestantes formaban Irlanda del Norte, pero los counties católicos seguían perteneciendo a Irlanda, aparte de insistirte cada vez que iba a hacer la compra contigo que la mejor mantequilla era la de Irlanda y que la tenías que comprar porque sino tenías que parar en una farmacia pro aspirinas, porque no te dejaba.
Bueno, si no era la mantequilla, era la carne de cordero, etc. etc.
Otro estereotipo era el de los chinos y el arroz. Pues si, es verdad. Comían una cantidad inmensa de arroz, junto con unas salsas que por el olor que desprendían cuando las cocinaban invitaban a varias cosas entre las que no se encuentra comer.
Lo más gracioso era que cada chino tenía una maquina parecida a las freidoras en las que echabas un kilo de arroz, agua y después de programarla te dejaba el arroz hecho a la hora que querías. Es decir, como los italianos con las cafeteras, pero mas sofisticados.
Otro aspecto desagradable o que no compartimos fue el ruido que hacen a la hora de comer: todo un concierto de sorbos, erruptos y ruido a la hora de masticar…,
Bueno…, en cuanto a los rusos, incluyendo yo aquí en Russia todos los países al este de Alemania, desde Polonia, Chequía, Hungría, Kazaquistan, Armenia, Ucraina y Uzbekistan por el simple hecho de que tenían los erasmusianos de estos países un comportamiento muy parecido, como el hecho del nulo gusto por la cerveza y un gusto exagerado por las comidas de campo y las bebidas de alta graduación, no significando que las comidas de campo y las bebidas de alta graduación venían a la par.
Un detalle que yo probé aquí con Orujo made by my abuelo y que en Russia usan para combatir el frío invernal es hacerse un café con la maquina esa de toda la vida, pero sustituyendo el agua por vodka. No es que ese café te dé calor, te da CALOR y una borrachera instantánea, unas pupilas mas dilatadas que en mi viaje de fin de semana a Amsterdam y una falta de sueño y estar despierto durante varias horas y sin la muy dolorosa resaca que uno se espera.
Bueno, con mi invento con orujo sí que tuve resaca… y rrredios que resaca!
Yendo uno un poco más al norte de Europa, al país que vio nacer (y morir) a los ABBA y a Pipi Calzaslargas, uno llega la la delegación de Suecia, compuesta por cuatro chicas.
Bueno, cuales son los estereotipos de las Suecas? Que son todas altas y rubias, no? Pues no, equivocado. De altas no tenían nada, salvo que me llaméis alto a mí. Tenían una estatura mediterránea de 1.60 a 1.70 y en cuanto a la cabellera rubia…, enfin, rubio rubio era, pero rubio de bote, porque cuando se dejaron de colorear el pelo se asomaba una cabellera negra por debajo que no veas.
Bueno… y en cuanto a las calzas largas, tampoco las llevaban. Iban mas bien con mini-falda.
Sus costumbres; formaban el grupo mas raro de todos. Se levantaban sobre las seis y medía de la mañana, para desayunar a las siete y estudiar antes de clase y comer al mediodía a las 12…, es decir, comían a la hora a la que muchos ni siquiera habían desayunado.
En cuanto al menú sueco, pues comían mucho cocido y con salmón. Es decir, patatas cocidas con salmón, arroz con salmón, pasta con salmón, verduras con salmón, bocatas de salmón...
En cuanto a la delegación española. Eramos los mas raros. Porque de los que estuvimos este año en Alemania, creo que éramos los que menos alemán aprendimos.
Pero eso si, a la hora de organizar las fiestas, barbacoas, excursiones etc éramos aparte de los primeros, de los mejores.
Qué suerte que yo llevaba mi alemán aprendido desde aquí, porque si no mal lo habría pasado.
Alemán hablamos poco, pero enfín, he aprendido a hablar italiano (y no solo los insultos) catalán y mejoré mi ingles notablemente, por lo que no creo que debería haberme arrepentir de haber escogido ese destino.
En cuanto a los estereotipos nuestros no sé lo que piensan de nosotros fuera de España, pero de una cosa estoy seguro: piensen lo que piensen, nos hemos esforzado como nunca.
Anecdotario Erasmusiano (1ª parte): El German Way of Life
Después de acordarme ayer de mi año erasmusiano en tierras germanas durante una conversacion facebookiana con la culpable (digo responsable) del programa en mi facultad me reí un buen rato recordando las anécdotas que vivimos los que compartimos edificio.
Cabe destacar aquí que mi universidad de destino tenía la costumbre de reservar un edificio completo de unas 150 habitaciones repartidas en tres plantas para los estudiantes procedentes de programas de intercambio, compartiendo por lo tanto edificio personas de países tan dispares como Australia, Iran, Turquía, Brasil, Italia, Galicia, Finlandia, Suecia, Bélgica, Nápoles - Nápoles está en Italia diréis algunos. Bueno sí y no, la diferencia entre un napolitano y un italiano del norte es tan o más grande que la que separa un vasco de un andaluz- Rusia, Japón, Corea y China.
Viviendo un año en el mismo edificio evidentemente pueden y deben surgir un montón de malentendidos o anécdotas (en el sentido menos peyorativo del termino) que hoy en día me arrancan una que otra sonrisa y me hacen animar a todo el mundo que si tiene la posibilidad de pasarse un período de tiempo en el extranjero compartiendo su día a día con gente de otros países que no lo duden, porque será una experiencia enriquecedora en todos los ámbitos.
Residiendo en un país como Alemania uno se da cuenta de la manía (visto desde el punto de vista mediterráneo) o del sentido del orden que tienen los germanos, reflejándose en todos los ámbitos de su día a día.
La que más gracia me hizo fue el hecho de que nos hacían pasar lista a los estudiantes de intercambio. Es decir, tenías tu hoja con tus asignaturas y con una serie de cuadros en los que cada profesor debía firmar después de cada clase. Era un poco denigrante, pero creo que nos aseguró a la inmensa mayoría una asistencia del 100 % y unos madrugones diarios, aparte de una adicción a la cafeína que no fui capaz de superar tres años después…
El fenómeno de la asistencia a clase se vio reforzado porque la primera persona en clase era el profesor, es decir, si en el horario ponía que la clase comenzaba a las nueve de la mañana, pues el profesor comenzaba su explicación a las nueve de la mañana. Raro?
No seré yo quien nombré a ningún profesor que a la hora de comienzo de clase aún pide su café en la cafetería de la facultad. Lo que más gracia me hizo fueron las explicaciones que les pidieron los estudiantes al profesor por llegar un día un cuarto de hora tarde. Manda huevos!! Esos mismos estudiantes que no cumplen la sacrosanta tradición de pasarse los apuntes entre ellos, y si se los pides te hacen un interrogatorio que ni hacen GeStaPo, Stasi, Mossad, CIA todos juntos.
El detalle que mas gracia me hizo eso de ir a clase fue el hecho de que las clases duraban una eternidad -tres horas- pero si te sonaba el móvil te levantabas, salías de clase, atendías la llamada y volvías a entrar. Lo mismo si te apetecía irte hasta la maquina del café para tu dosis de cafeína. Comprabas el café y te lo llevabas a clase. Y si te apetecía comerte un bocata, lo hacías.
Ya me gustaría saber que hacen los profesores de la USC si un estudiante se saca un bocata de calamares de la mochila y se lo zampa en medio de clase…
Fuera de clase lo que a uno le llama la atención es la pulcritud alemana, incluso entre los fumadores. Es decir, no se lleva eso de apagar el pitillo y tirarlo al suelo. No. Todo va a la papelera y si la papelera está llena, pues a la siguiente. Y quien dice pitillo dice chicle, envoltorio de caramelo etc.
Por cierto, tampoco vi a ningún barrendero en todo el año que estuve en Alemania...
Incluso en los botellones uno se lleva las botellas vacías de vuelta, porque aparte de no contaminar le devuelven 10 céntimos por botella si la llevan donde la compraron.
La pulcritud se cruza con la ecología y reciclaje al haber al lado de cada maquina de café otra en la que uno mete las tazas esas de plástico típicas de las maquinas y recibe 5 céntimos, siendo frecuente que cada uno traiga su propia taza de casa para no malgastar la de plástico sintiendose uno un poco imbécil por no tener una taza de las buenas.
Como compostelano uno está acostumbrado a todo tipos de lluvia, pero no por eso no soy masoquista y me gusta la lluvia, por lo que si se da el caso y empieza a llover y no tengo paraguas (o sea, siempre) puyes me pongo a cubierto lo antes posible, evidentemente. No? Pues en Alemania uno se puede encontrar con gente bien rara (ara de collóns). Se puede dar el caso de que esté lloviendo a cántaros y que un alemán no tenga paraguas a mano.
-Pobre. Direis
-Imbecil! Digo yo.
Porque por mucho que llueva y no tengan paraguas. Si están en un semáforo de peatones y está en rojo no cruzan por mucho que llueva, aunque no pase ningún triste coche poir la carretera. Tan alto es su sentido del orden, incluso por encima del de la salud, arriesgando pillarse un a resfriado.
Y que no se te ocurra ni de broma eso de cruzar un semaforo en rojo en ningún caso, porque los muy alemanes son unos chivatos de narices. Aparte de avisarte amablemente de que estás cruzando en rojo y tu no les haces caso, te acabaran llamando maleducado porque simplemente no te quieres empapar.
Para mi que el primer chivato fue alemán y se llamaba Gunter.
Pues nada. Eso fueron mis experiencias durante mi año en Düsseldorf, pero que, por muchos semáforos que esperé, muchos cafés que tomé y pocas clases a las que falté, disfruté como un enano y volvería a volver a repetir sin dudarlo...