Uno que creció en Alemania y fue retornado mas o menos a la fuerza por sus padres aún no lleva en estas nuestras tierras verdes el tiempo suficiente como para acostumbrarse a tantas elecciones tantas veces seguidas acompañadas por una campaña electoral continua y continuada por medios de información sesgados culpando a todos y todo de los problemas propios en vez de hacer como en Alemania eso de lavar la ropa sucia en casa.
Siendo más alemán de lo que me gustaría tengo la malsana costumbre de acudir en campaña a todos los mítines -y no por los pinchos, que dejan mucho por desear- sino para informarme.
Como dice Eduard Punset en uno de sus documentales: "el ser humano, junto con un tipo específico de primates, es el único animal que entona canciones en forma grupal para defender su territorio" y la única forma de que muchas personas entonen la misma canción es que tenga poco contenido, sea muy repetitivo y estimule más a la parte emocional que a la racional.
Esto lo pude comprobar con mis propios ojos hace una semana en una presentación de una candidatura a alcaldía apoyada por viejas glorias del pasado que en el acto en sí no se movieron más que una planta en plena actividad fotosintética.
Aportaciones concretas a la gestión del ayuntamiento que se quiere gobernar no se hizo ninguna, más bien se intentó trasladar el malestar general de la política estatal a la gestión visible del día a día haciendo en todos los ayuntamientos exactamente la misma presentación modificando solo las viejas glorias fotosintéticas en cuestión, tratando igual a una ciudad con universidad, parlamento, distintos premios internacionales que un pueblo con un censo de 3000 electores que a lo mejor necesita un nuevo colegio de educación primaria o una solución para una población mayormente dependiente de una concentración parcelaria que, evidentemente, no le solucionará ningún presidente y ningún ministro sino la persona que se va a sentar en la casa consistorial.